El problema no es de motivación


En estos momentos está de moda el fenómeno de “coaching motivacional”. Este fenómeno crece cada día, y son más, cada vez, las conferencias sobre motivación a las que acuden profesionales y personalidades de los diferentes sectores de la sociedad.
Al analizar la proliferación del coaching y la esencia de este, me quedo perplejo pensando que la postmodernidad está creando individuos vacíos, cuyas vidas no tienen un propósito claro y definido, que vagan sin esperanza y sin rumbos precisos. Es por eso que me surgen estas preguntas: ¿Por qué el hombre necesita motivación en esta era, si está en una de las épocas donde disfruta de mayores riquezas, de mayor información, y de diversas posibilidades de entretenimiento? ¿Por qué hay que motivar a las personas con las cosas más simples de la vida? Y, ¿realmente, es la motivación el problema del hombre?


Podemos decir, en principio, que las comodidades que nos presenta la época actual no son sinónimas de felicidad. El hecho de que alguien posea riquezas o cuente con cierta cantidad de bienes que le faciliten el modo de vivir, no garantiza el buen vivir. La Biblia nos presenta la historia de un rico insensato. Este hombre había planificado disfrutar de su riqueza con una serie de placeres a los cuales ha estado acostumbrado el hombre: beber, comer, gozar, reposar, etc. Sin embargo, el Señor Jesucristo enfatiza que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que este posee.

Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee (Lc. 12:15).

Otra idea que se puede percibir en la sociedad actual, es que el hombre hace compleja la vida más de lo que esta es, ya que se impone patrones y criterios de éxito que, normalmente, lo sumen en la frustración. Es por eso que cabe preguntarse: ¿Qué es vivir la vida, realmente?


Estamos viviendo en una época donde las personas, desde la niñez hasta la adultez, crecen emocionalmente mal, con muy poca capacidad para enfrentar, sanamente, los avatares de la vida. No nos sabemos manejar, ni individual ni socialmente. Somos presas fáciles de nuestros propios temores y del rechazo y la malignidad de los demás. No sabemos buscar, de la manera más correcta, las vías para solucionar los problemas. Es por esa razón que hemos perdido la capacidad para estar automotivados. Hay, sin embargo, una visión errada del problema fundamental del hombre que, indudablemente, no es motivacional, sino espiritual.


El hombre pudiera tener una vida de calidad, una vida abundante, una vida de paz y tranquilidad, una vida de plena satisfacción, si solo tomara la firme decisión de acercarse con fe a Dios. El salmo 103 enumera todas las bendiciones que obtenemos en Dios.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila.
Jehová es el que hace justicia
Y derecho a todos los que padecen violencia (Sal. 103:1-5).


Es solamente teniendo a Cristo que tenemos todo. La diferencia del hombre que vive sin Dios y el hombre que vive con Dios, es que este último puede estar atormentado por las más profundas de las angustias, y a la vez estar feliz y gozoso (2 Co. 12:10). Esta actitud parece algo anormal, pero para los hijos de Dios que estamos bajo el control de su voluntad, esto es lo más natural. Nosotros nos gozamos en las tribulaciones porque nuestra mayor y única motivación es Cristo. Vivimos por Él y para Él, y sabemos que cualquier evento desfavorable en nuestras vidas, si estamos haciendo su voluntad, está bajo su control.


El problema del hombre, una vez más, no es estar motivado, es saber cómo estar en paz con Dios viviendo con propósito para el Señor. Una conferencia no puede hacer más en tu vida que lo que Cristo puede hacer en tu vida. La motivación no soluciona el problema espiritual del hombre: su pecado y las consecuencias de este. Cristo pagó y murió por ti para que seas redimido de la esclavitud del pecado. Un coaching no te puede ayudar. El coaching te motiva por un momento, pero luego que sales de la charla o conferencia, el vacío sigue estando ahí. El coaching es solo un paliativo al cual se acude infinitamente sin tener la solución definitiva al problema. Esto no sucede con Cristo, cuando El entra en tu corazón, el permanece allí para siempre por medio del Espíritu Santo. Y donde está el Espíritu de Dios siempre hay verdadera libertad.

Cristo fue, es y será siempre, la verdadera fuente de la motivación. Acércate a Él. Él es incomparable.

 Angel I. Galvez
Graduado del Seminario Bautista Fundamental
Graduado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo como Lic. En Educación mención Filosofía y Letras.
Master en Docencia y Gestión Universitaria por la Universidad Católica Santo Domingo
Master en Formación del Profesorado en Lengua Española y Literatura por la Universidad a Distancia de Madrid (actualmente).

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