Firmes ante la venida de nuestro Señor Jesucristo
Exégesis de 2 Tesalonicenses 2, 1-12
Es frecuente en el mundo en el cual vivimos, hablar de los temas escatológicos y, sobre todo, de la Segunda Venida de Cristo. Pero, normalmente, estos temas se abordan desde dos extremos. Por un lado, están aquellos que se interesan por las doctrinas de las últimas cosas con un espíritu sensacionalista y farandulero, fruto de la curiosidad propia de aquellos que consultan la astrología y los horóscopos. Por el otro lado, están aquellos creyentes que muestran cierta antipatía y falta de interés por los temas escatológicos, por considerarlos complejos y poco claros. Sin embargo, debemos entender que los eventos escatológicos y apocalípticos han sido revelados en la Palabra de Dios para que la esperanza de nuestra fe sea cada vez más firme y vivamos con seguridad la vida cristiana.
El texto que acabamos de leer nos habla de la Segunda Venida de Cristo y de la correcta actitud que debemos tener los cristianos frente a las falsas enseñanzas sobre esta. Hay en este texto por lo menos tres ideas fundamentales que nosotros debemos tener claras con respecto a la venida del Señor:
- No debemos alarmarnos ni dejar que nuestros pensamientos y nuestro ánimo sean alterados con relación a la venida del Señor.
- Hay un orden cronológico de los eventos escatológicos establecido por Dios.
- Cristo siempre es vencedor frente a las fuerzas del Maligno.
En el v. 1 el apóstol Pablo empieza con una conjunción adversativa, denotando un contraste con la idea anterior, así como la introducción de un nuevo tema de vital importancia. El tema al cual Pablo hace referencia es la venida de Cristo y nuestra reunión con Él. El apóstol Pablo les ruega a los hermanos de Tesalónica que no se alarmaran con relación a la venida de Cristo. Esto quiere decir, que les pedía a ellos que no cambiaran fácilmente su manera de pensar con relación a la venida de Cristo. En otras palabras, Pablo les ruega que no perdieran la cabeza con respecto a este tema. Que no se dejaran perturbar. Que no dejaran que su estado de ánimo estuviera alterado. La expresión no os dejéis mover, lit. significa sacudidos como los barcos agitados por el mar. Es la misma imagen que utiliza Pablo en Ef. 4, 14.
En el v. 2, Pablo les ruega a los tesalonicenses que no se dejaran conturbar, es decir, que no se dejaran alarmar. Esta expresión hace alusión a la agitación emocional que ellos tenían. Esto nos lleva a preguntarnos, ¿Qué cosas estaban cambiando la manera de pensar de los tesalonicenses y los estaba alarmando con relación a la venida de Cristo? ¿Que los estaba agitando emocionalmente? Lo que estaba cambiando la manera de pensar de los tesalonicenses era la falsa enseñanza de que la venida de Cristo había ocurrido. Esta enseñanza les había llegado a ellos por tres vías:
- Por medio de supuestas manifestaciones espirituales. Quizás revelaciones de aquellos que tenían el don de profecía.
- Palabras.
- Una epístola falsa atribuida al apóstol Pablo.
En el v. 3, Pablo les ruega que no se dejen engañar. Es decir, que no crean la mentira de que ya se había producido la venida del Señor. No crean que el día del Señor está presente. Muchos creyentes se dejan engañar de enseñanzas falsas porque les anima la curiosidad, el sensacionalismo y un sentido de espectacularidad.
La Biblia nos dice que nadie sabe ni el día ni la hora de la venida de nuestro Señor. Es por ello que hacer cálculos necios y establecer fechas con relación a la venida de Cristo es una necedad. Muchas personas han tratado de predecir la venida del Señor, pero han fallado en sus predicciones porque no han entendido que a nosotros no nos toca saber todos los detalles de dicho evento.
La venida de Cristo ocurrirá respetando todo el plan de Dios con respecto a la escatología o doctrina de las últimas cosas. No debemos pensar que cada suceso histórico de carácter desastroso, maligno o cruel siempre es un preludio de la venida de Cristo. Por ejemplo, la Peste Negra y la Primera y la Segunda Guerras Mundiales. La venida de Cristo no la determinan estos eventos, sino el plan de Dios, el cual se ejecuta cronológicamente y a su debido tiempo.
En el v. 3 Pablo expresa que antes de que suceda la venida de Cristo debe venir primero la apostasía y manifestarse el hombre de pecado.
¿Qué
es la apostasía?
Rebelión contra Dios. Aquí significa un alejamiento de la Palabra de Dios. Esta apostasía puede referirse a todo un ambiente o movimiento caracterizado por el rechazo expreso a la Palabra de Dios. Es un ambiente preparatorio con todas las condiciones de apatía hacia Dios para que haga su aparición el hombre de pecado.
¿Quién
es el hombre de pecado?
El hombre sin ley, el hombre de maldad, el hombre anárquico. Este hombre también se le llama el anticristo o la bestia, en el libro de Apocalipsis. Este hombre de pecado vive sin ley. Esto quiere decir que él no está sujeto a ninguna ley. Por lo tanto, es un hombre de anarquía, un hombre que se constituye por sí mismo en ley.
El v. 4 nos dice que este hombre de pecado se opone, es decir, es un adversario de todo lo que es Dios o es objeto de culto. No querrá saber nada que tenga que ver con Dios. El mismo se sentará en el templo de Dios.
Los estudiosos han relacionado las características de este hombre de pecado, en el pasado, con Antíoco V Epifanes, el cual fue un emperador sirio antisemita que profanó el templo de Jerusalén al sacrificar un cerdo en el Lugar Santísimo. Actualmente no existe ningún templo en Jerusalén, pero cuando este sea construido, el texto nos dice que este hombre de pecado se sentará en él, de la misma manera que hizo Antíoco.
En el v. 5, el apóstol Pablo les recuerda a los hermanos de Tesalónica que él les había enseñado ya eso cuando había estado con ellos. Llama la atención que a pesar de que el aposto Pablo les había instruido y enseñado lo correcto con relación a la segunda venida de Cristo, ellos estaban dejándose arrastrar, en ánimo y pensamiento, por una herejía.
El v. 6 nos dice que este hombre de pecado es detenido por algo. Hay varias posturas de los estudiosos con respecto a esto. Algunos piensan que lo que detiene al hombre de pecado es el gobierno civil, el gobierno humano. Nosotros sabemos que el gobierno es quien establece las leyes y en cierta manera actúa como instrumento de detención del mal. Otros piensan que lo que detiene al hombre de pecado, el anticristo, es el Espíritu Santo en la Iglesia. Al irse la Iglesia, y a la vez el Espíritu Santo, entonces el hombre de pecado liberará toda su fuerza maligna ya que no hay nada ni nadie quien le detenga. Otros aseguran que es el arcángel Miguel. Recordemos que el arcángel Miguel disputo con Satanás por el cuerpo de Jesús.
Sí podemos
asegurar que los tesalonicenses sí sabían bien qué o quién era que lo detenía.
Pablo nos indica
que el misterio de la iniquidad ya había empezado a accionar. Quizás como un
elemento preparatorio para la aparición del anticristo. Las características de
este hombre de pecado o anticristo son las siguientes, según el texto:
v. 3- Es un
hombre sin ley, un anarquista.
v. 3- Es hijo de
perdición. Él está condenado ya y logrará que otros se pierdan.
v. 4- Está en
contra de Dios y se quiere parecer a Dios.
v. 9- Viene por
influencia de Satanás, con todo poder, milagros y señales mentirosas, falsas.
v.10- Engañará a aquellos que se pierden. Estos se pierden porque se negaron a amar la verdad que les podía salvar. Esto es importante porque vivimos en un mundo que entroniza el relativismo, que enseña que la verdad es relativa y que existen diferentes caminos con el mismo grado de validez para ser salvos. Esto no es así. Si no amamos la verdad, si no amamos a Cristo, con todo lo que eso implica, no seremos salvo. Recordemos que la Biblia dice que Jesús es el camino, la verdad y la vida. Y no amar la verdad, es no amar a Cristo.
En el v. 11 encontramos que Dios les envía una fuerza engañosa, una fuerza de extravío, para que crean la mentira.
El v. 12
enfatiza la razón por la cual los que se pierden serán condenados: Estos no
quisieron creer en la verdad, sino que se complacieron en la injusticia, se
complacieron en la maldad. La LBLA lo dice de la siguiente manera:
“Así serán condenados al fin todos los que no quisieron creer en la verdad, porque les gustaba más el mal”.
A pesar de que
este hombre de pecado, engañará y seducirá a muchos, y se manifestará con
poderes engañosos, será finalmente destruido por nuestro Señor Jesucristo. El
v. 8 nos dice que el Señor matará a este inicuo con el soplo de su boca, y lo
destruirá con el resplandor de su venida. ¡Que satisfacción es saber que las
fuerzas del mal siempre son vencidas por nuestro Señor Jesucristo! No importa
cuán pecaminoso sea el escenario en el cual estemos viviendo, no importa con
cuanta furia ruja Satanás, al final, Cristo es vencedor.
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